un poema de Edna St. Vincent Millay
Edna St. Vincent Millay - Primavera
¿Para qué propósito, April, vuelves otra vez?
La belleza no es suficiente.
Ya no puedes tranquilizarme con el enrojecimiento
de las hojas pequeñas abriéndose pegajosamente.
Sé lo que sé.
El sol calienta en mi cuello mientras observo
Las espigas del azafrán.
El olor de la tierra es bueno.
Es evidente que no hay muerte.
¿Pero qué significa eso?
No solo bajo tierra están los cerebros de los hombres,
comidos por los gusanos, la
vida en sí misma
no es nada,
una taza vacía, un tramo de escaleras sin alfombra.
No es suficiente que cada año, en esta colina,
April
venga como un idiota, balbuceando y desparramando flores.
La belleza no es suficiente.
Ya no puedes tranquilizarme con el enrojecimiento
de las hojas pequeñas abriéndose pegajosamente.
Sé lo que sé.
El sol calienta en mi cuello mientras observo
Las espigas del azafrán.
El olor de la tierra es bueno.
Es evidente que no hay muerte.
¿Pero qué significa eso?
No solo bajo tierra están los cerebros de los hombres,
comidos por los gusanos, la
vida en sí misma
no es nada,
una taza vacía, un tramo de escaleras sin alfombra.
No es suficiente que cada año, en esta colina,
April
venga como un idiota, balbuceando y desparramando flores.
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